Hablaba hace poco de la cabeza de Bautista, símil entre el personaje bíblico y Teddy Bautista.
Hoy, ya se la han cortado. Parece que aquellos que le defendieron, que se jugaron su prestigio con él, han sido arte y parte, actuando de Salomé y Herodes, en la decapitación del Bautista.
Es hora de que la SGAE sea un ente distinto y no un lugar donde se funciona como en una sociedad de amiguetes ricachones. Donde los que más derechos de autor cobran tienen más derecho a votos, donde los artistas menores son menospreciados y no tienen derecho a nada. Donde dominan los grandes,
Después del desfalco que se ha descubierto es tiempo de hacer bien las cosas. Y no de cobrar por todo. Los excesos cometidos y defendidos por Bautista y sus muchachos, durante estos años, no pueden volver a repetirse.
Afortunadamente, el Congreso ha invalidado el canon digital, ayer mismo. Ese arma que grababa, sin tener en cuenta el uso, los aparatos y objetos relacionados con el almacenamiento y reproducción de obras.
Es el momento de aprovechar y de hacer una sociedad pública que sustituya a la SGAE, que dependa del Ministerio de Cultura y controle, de verdad, la transparencia en la gestión, Que vele por todos los artistas, y no sólo por los grandes. Un ente donde estén representados todos los autores, sin distinción y con los mismos derechos. Veremos si los grandes popes están dispuestos y ceden, en aras de una gestión más igualitaria, sus privilegios.
Un organismo público daría cuentas y sería controlado por el parlamento. La única forma de asegurar equidad y evitar abusos o robos.
En el modelo actual, el control público ha fallado estrepitosamente. Por lo que, aunque sea inútil a estas alturas, la Sra. Sinde debería dimitir --difícilmente puede hacer más daño a un ministerio en tan poco tiempo—, y merecería ser premiada con el diploma a la peor ministra de la democracia.
Como cambian las cosas, hoy nadie es –al menos no lo declara— defensor del caído Bautista. ¿Dónde están sus amigos del alma? ¿Por qué ahora no le defienden Caco Senante, Victor Manuel, Alejandro Sanz, Miguel Bosé, Andrés Calamaro y toda esa pléyade de poderosos que se han servido de la SGAE?
Esos mismos que hablaban, llenándose la boca –y su bolsillo— de piratería en la red. Pero, ¿quiénes son los piratas? ¿los que bajaban archivos, los que compraban en el top-manta o aquellos que son responsables por acción u omisión de los 27 millones robados en la SGAE? Por cierto, dinero que no es sólo de los artistas, como quieren hacer ver Victor Manuel o Alejandro Sanz, sino que responde también a unos ingresos “irregulares” del famoso canon digital, un robo legal que no tiene que ver con los verdaderos derechos de autor.
Hoy, las últimas elecciones han quedado invalidadas después de lo ocurrido. Hay que mantener una comisión gestora hasta que se decida el modelo de la SGAE. De ninguna manera los miembros de la junta anterior, responsables de una clara dejación de funciones y culpables, como mínimo, de mirar a otro lado, deberían pertenecer a esta comisión.
En fin, afortunadamente Teddy Bautista, abandonado de todos, ha pasado a ser historia –mala historia—, pero ahora queda por dilucidar lo más importante: el futuro de la sociedad que gestione los derechos de autor. Ya verán como, por desgracia, no cambiará nada. Los autores poderosos, los que eran amigos de Teddy, seguirán al mando del chiringuito antidemocrático y la ministra y el gobierno desperdiciarán la ocasión de constituir un organismo público de gestión de los derechos de autor. Y será otra oportunidad perdida. Y van…
Salud y República
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