No tienen sentimientos. Practican la filosofía del dolor. Nacer con dolor, vivir con dolor y morir con dolor. Ya tienen una nueva Diana contra la que tirar.
La diana es el proyecto de ley sobre la muerte digna. La iglesia católica ya tiene su excusa para lanzar sus hordas contra lo poco digno que el PSOE va a querer hacer en esta legislatura: el derecho a tener una muerte digna y sin dolor. Y como siempre la iglesia se lanzará a una nueva cruzada de la misma manera que lo hace siempre: faltando a la verdad o diciendo medias verdades que son casi más peligrosas que las mentiras.
Según la conferencia episcopal, el proyecto "podría suponer una legalización encubierta de prácticas eutanásicas". Y ante esa incierta posibilidad lo mejor es que los enfermos terminales se mueran rabiando. Actúan como la Inquisición, niegan la posibilidad de que la ciencia pueda servir para mejorar la calidad de vida de las personas y llegado el momento poder tener una muerte digna sin dolor. La iglesia viene a decir que en el proyecto de ley se percibe “una concepción de la autonomía de la persona casi absoluta” y por tanto eso puede sobrepasar el límite de no legislar sobre la eutanasia. Pero ¿quien sino la persona es quien puede decidir como debe finalizar su existencia? ¿Por qué la iglesia pretende ponerse por encima de todas las personas y decidir por ellas como debe ser el tránsito hacia la muerte?
De nuevo se pretende prevalecer la imposición de un modo de vida basado en una filosofía religiosa a toda la ciudadanía. Porque con esta ley no se pretende imponer nada a quien no este convencido. No obliga a ir en contra de las convicciones morales o religiosas de determinadas personas. Lo único que se pretende es quien así lo desee no tenga una muerte con dolor. La iglesia de nuevo se dedica a tratar de imponer su filosofía de vida en lugar de orientar a sus fieles sobre cual debe su actitud ante la nueva ley.
La iglesia católica tiene una actitud irracional contra el conjunto de la ciudadanía y a la vez un comportamiento hipócrita ante esa realidad, porque una cosa es hacer política desde los púlpitos y otra cosa, llegado el caso, consentir el sufrimiento de un familiar ante el transito de la muerte.
La iglesia debería considerar sus posiciones y pensar que las leyes son producto del debate de la sociedad civil y no de la traslación del modo de vida de una confesión religiosa al ordenamiento civil. Pero claro eso es pedir demasiado. La iglesia continúa anclada en el espíritu de la Inquisición.
Salud, República y Socialismo.
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