Atentos a los movimientos que el régimen está comenzando a efectuar para desmovilizar, o atomizar, el movimiento 15-M. El primer paso lo ha dado hoy mismo, la ultra derechista Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid.
JM Álvarez/Ernesto Martín
Se ha estado advirtiendo estos días: Hay que estar pendientes de los movimientos de la reacción. La crisis profunda sistémica no juega a su favor y si los anticipamos, podremos desarrollar exitosamente los antídotos e instalar inteligentemente la protesta en el tiempo.
Ante la imposibilidad inmediata de una represión, que sería imposible de "gestionar" por el poder, tres son las líneas que podrían barajar: la utilización de la calumnia y la injuria forzando a debates y a pérdidas de tiempo dentro del movimiento de protesta para agudizar sus diferencias (carácter constitucional-pacífico de los manifestantes, electoralismo sí o no, etc.); la utilización de grupos fascistas para hacer un trabajo sucio (luego, desde el mismo gobierno-oposición se condenarían esos actos) y la movilización de masas reaccionaria. Esto último sería que, aprovechando que a menudo nosotros mismos planteamos "la cosa" en cuestión de números, sacarían mucha gente a la calle aprovechando una fiesta electoral o lo que sea. Lo hizo De Gaulle para dar un golpe moral al movimiento de Mayo del 68, aprovechando los límites internos de éste y la traición del PCF.
En ese sentido, Esperanza Aguirre ha dicho que convocaría a decenas de miles de militantes del PP a la puerta de Ferraz (PSOE), en su idea de que aquí la culpa es de los "sociolistos", que le quieren aguar la victoria electoral. Menos mal que Aguirre es torpe en sí y, por supuesto, mucho más torpe que De Gaulle (éste se buscó gente con buena imagen, incluso entre sectores de izquierda como, André Malraux). También juega a favor del actual movimiento en nuestro país, el que la crisis sistémica es más profunda que la de entonces en Francia, y que aquel movimiento tenía más de ideológico y político y no estaba tan ligado directamente a los síntomas de una crisis económico-social como la actual que tiene mucho de irreversible.
Aprovechémonos de sus límites, contradicciones, y torpezas, anticipando los movimientos de la reacción para pasar a etapas mayores en la movilización por la superación real, práctica, del actual (des) orden de cosas. Toda batalla implica una dialéctica entre establecer lo siguientes pasos de la causa popular y anticipar los de la reacción, en la inevitable relación de fuerzas que se impone.
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